martes, 13 de mayo de 2008

Marginan a indígenas del mundo laboral moderno


La discriminación laboral a los indígenas en la Ciudad de México está “latente”, esto es, a escondidas . A la gran mayoría de los indigenas se les margina como albañiles, artesanos, vendedores ambulantes, sirvientas, boleros.
Quienes con capacidad profesional logran entran a empresas, difícilmente ocupan puestos de mando, incluso en el sector público. La discriminación es institucional, deporte urbano.
La metrópoli los rechaza por su apariencia y, peor aún, por su lengua. En el asfalto, renegar del origen étnico es básico para subsistir a la desventaja insalvable de ser indígena.
El Distrito Federal y su zona conurbada, forman “la mayor congregación urbana de carácter indígena del país”, señala un estudio de Jorge Enrique Horbath, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
“Ser indígena significa ser pobre y mantener características de discriminación”, como obtener “menos remuneración por su trabajo”, expone el “Informe sobre la discriminación en el campo laboral 2005”, de la propia Flacso y el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).
Ambos estudios dan cuenta de la desventaja de un indígena respecto de un no indígena en la Ciudad de México.
“Los mejores ingresos para los indígenas se dan en las delegaciones Benito Juárez, Azcapotzalco, Álvaro Obregón, Cuajimalpa, Miguel Hidalgo y Cuauhtémoc, con más de dos dólares por hora”. Allí mismo, los no indígenas ganan tres dólares por hora, expone Horbath. En otras localidades la paga cae a medio dólar la hora y menos.
La Asamblea de Migrantes Indígenas de la Ciudad de México (AMICM), dice que muchos culminan licenciaturas, maestrías y doctorados, pero “no hay trabajos para nosotros: el título no vale a egresados de universidades públicas”.
Reconoce que falta visión y apoyo empresarial, sobrevivir a la incosteable economía artesanal, salir de la etapa de los empleos bajos de mozo, mandadero, obrero.
Una encuesta del Conapred con indígenas, indica que el derecho menos respetado es el de trabajar con pago justo.
Nueve de cada diez se considera discriminado. Reportan empleos negados pese a su capacidad.
Los indígenas consideran (59%) que tienen pocas posibilidades de mejorar sus condiciones de vida. Un 7.5% dice que carece de oportunidades en absoluto.
“Los indígenas ya establecidos en la ciudad, trabajan y viven (al igual que en sus pueblos) en condiciones de pobreza: habitan en la periferia sin acceso a servicios; tienen empleos precarios; sus niños abandonan la escuela para participar en el ingreso familiar, a través de la mendicidad o el empleo informal”.
En la ciudad de México el sector de la construcción es el nicho ocupacional para campesinos e indígenas de origen otomí, náhuatl, mazahua, mazateco y mixteco. “Es el oficio más desgastante, riesgoso, mal pagado”, señalan los empleados
“Cuando niegan su origen”, los indígenas consiguen alternativas de movilidad, como electricistas, plomeros, carpinteros, yeseros. Más abajo está el sector de talleres pequeños, peor pagados.
Lo que se practica en la Ciudad de México contra los indígenas es una “discriminación institucional”, toda vez que ya es rutinaria, resalta el estudio Flacso-Conapred, y urge a romper ese círculo vicioso. Un tercio de la población mexicana es discriminadora hacia las comunidades indígenas.
Quienes “logran superar las barreras de la discriminación en la economía moderna, se ven sometidos a fuertes presiones, ejercidas por sus compañeros de trabajo, relata el informe de Jorge Enrique Horbath.
La baja formación profesional de los indígenas, “da como resultado pocas posibilidades de desempeñar tareas de autoridad” en unidades empresariales y productivas, aun dentro del sector público”.
Por otra parte, Sophie Bornot Crébessac, quien promueve que el sector laboral sea incluyente, en el estudio acusa que “en México, donde buena parte de la población es de origen indígena, numerosos consejos directivos de empresas están compuestos únicamente por personal de tez blanca”.




No hay comentarios: